Según leo en el portal Xakata, Barcelona será una de las primeras ciudades españolas que ha decidido cobrar la llamada «tasa Amazon».
Este nuevo impuesto, que comenzará a aplicarse en marzo del próximo año, pretende gravar el reparto a domicilio de mercancías compradas online. A pesar de su nombre, afectará de hecho a las grandes corporaciones comerciales.
La justificación de esta tasa viene dada por un doble motivo. Por una parte, según se informa, por el impacto de las furgonetas de ecommerce de reparto en las ciudades. Se pretende con esta medida una compensación del uso de la vía pública por parte del trasiego comercial del que, día a día, vemos en nuestras calles.
Como no, un beneficio adicional a este impuesto, sería el de compensar de alguna forma a las tiendas locales y de proximidad por el auge que el ecommerce ha tenido desde los días de confinamiento durante la pandemia. El comercio tradicional abona sus tributos por sus quehaceres diarios y, por lo que parece, este gravamen pretende «poner en igualdad de condiciones» la actividad económica de grandes corporaciones como Amazon.
Ahora bien, desde mi blog me pregunto si no sería conveniente para, dar viabilidad a esas condiciones de igualdad de las que presumen los organismos oficiales, potenciar la digitalización de los pequeños comercios. Por una parte, creando marketplaces públicos. Por otra, promoviendo que empresas tecnológicas puedan trabajar en la digitalización de este tipo de negocios. De esta forma, se generen campañas para que comercio tradicional realice la transición con el menor perjuicio económico posible.
De la teoría a la práctica, empero, el gravamen de este tipo de transacciones se focalizará en los operadores postales de entrega a domicilio. Según leemos, se deberán satisfacer unas condiciones especiales. Entre ellas se puede hablar del volumen de facturación de estos operadores, o que las mercancías deban entregarse a domicilio.
Barcelona no será la única en imponer este tipo de impuesto, El gobierno de España, según parece, también trabaja en una tasa similar, aunque no se especifica cuando se pondrá en marcha.
Lo cierto es que, y mucho me temo que sea así, que como siempre, gran parte de esos impuestos repercutirán en el eslabón final de la cadena económica, esto es, el consumidor.